Hepatitis

La hepatitis, una lesión inflamatoria del hígado de origen infeccioso o tóxico, es siempre una enfermedad grave porque afecta a un órgano vital. Sus posibles causas incluyen el alcohol, ciertos medicamentos, sustancias tóxicas o virus (hepatitis A, B, C, etc.). En su fase aguda, las hepatitis A y B se caracterizan por presentar ictericia, una coloración amarilla de la piel y lo blanco del ojo.
Con excepción de la hepatitis A, el principal peligro de las hepatitis radica en que se vuelvan crónicas, lo que puede llevar a destrucción irreversible de las células del hígado (cirrosis) y, en algunos casos, cáncer hepático.
El diagnóstico se apoya en los análisis de sangre.
En ciertas formas crónicas, se toma una muestra de células del hígado (biopsia) para valorar el grado de daño hepático.
Tratamiento clásico
En la fase aguda, combina el reposo con un régimen alimenticio estricto. En el caso de la hepatitis crónica pueden proponerse diferentes tratamientos, entre ellos el empleo de interferones.
Siempre es indispensable un seguimiento médico riguroso.
• Tratamiento homeopático
En la fase aguda, la homeopatía puede aportar una verdadera solución. Entre los numerosos remedios posibles, se emplean sustancias que actúan contra los síntomas de la influenza, como Aconitum napellus, Belladonna, Bryonia alba, Nux vómica, Gelsemium sempervirens, Eupatorium perfoliatum, Apis mellifica, etc.
En una fase ulterior de la enfermedad, pueden citarse entre los remedios utilizados Phosphorus, Arsenicum álbum, Mercurius solubilis, Nux vómica, Lycopodium clavatum, Chelidonium majus, Bryonia alba, China officinalis, etc.

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